Se sitúa justamente a la entrada del pueblo y tiene una pequeña parcela de jardín donde nos sentimos agusto. El castillo tiene dos plantas y un mirador, para acceder arriba tiene escaleras de caracol con ornamentos significativos de aquella época. En su mirador hay un gran espacio para las vistas, que te hacen especial y transmite tranquilidad. Puedes divisar desde allí la mayor parte del embalse y ver a los ciervos en la época de berrea poque se acecan a beber agua.
Uno de los momentos más especiales es cuando ves la puesta del sol en el atardecer. En épocas anteriores, pensamos que el castillo estaría más deteriorado y en su interior estaría amueblado y el señor del castillo haría sus deberes.